Historia
«Sangüesa la Vieja» identificada hoy con la localidad de Rocaforte y de la que dan fe numerosos vestigios romanos, desempeñó en el siglo X un importante papel de defensa contra los musulmanes. El gran esplendor que supuso el Camino de Santiago hizo que Sancho Ramírez, rey de Pamplona y Aragón, otorgara el fuero de Jaca hacia 1090 a fin de repoblar Sangüesa estableciéndola como etapa principal en la Ruta Jacobea. Las condiciones del terreno dificultaron la ampliación de la villa por lo que, en 1122, Alfonso I el Batallador extendió el mismo fuero al «burgo nuevo» dando lugar a la actual Sangüesa.
Su posición fronteriza con el Reino de Aragón y, sobre todo, su carácter de escala importante para los peregrinos a Santiago de Compostela, que habían atravesado los Pirineos por el paso de Somport, son los factores históricos que propiciaron su desarrollo.
El plano primitivo del casco antiguo es un magnífico ejemplo de urbanística medieval con un entramado en cuadrícula (una calle principal y otras perpendiculares y paralelas a ésta). La dirección del puente sobre el río Aragón determinó la vía principal, la Rúa Mayor, de oeste a este, y le dió a la villa un carácter itinerante.
Las guerras con Aragón exigieron un cerco defensivo, fortificado de murallas provistas de torreones y enclaves estratégicos para defender los diferentes flancos. Durante el siglo XIII, tras un periodo de paz entre los dos Reinos, se amplió la villa hacia el sur con el Barrio de La Población, incorporando éste posteriormente un nuevo cerco amurallado.
Cabeza de la Merindad del mismo nombre desde el siglo XIII, poseía, además, el título de «Buena Villa» con asiento en Cortes de Navarra y fue en 1665 merecedora del título de «Ciudad».
A pesar de los destrozos causados por las riadas y del paso de los siglos, exhiben sus calles interesantes edificios religiosos y civiles, evocan épocas pasadas de esplendor y le dan a la ciudad un aspecto monumental.