Hoy, día 4 de marzo hablamos con dos mujeres, abuela y nieta, que nos comparten recuerdos, comparan sus juventudes y hablan de su familia. Una familia que ha roto moldes: Delia Echeverría y Lorena Jiménez.
- Delia, ¿dónde naciste? ¿Cómo fue tu infancia?
Nací en Sangüesa, luego mis padres emigraron a Francia a trabajar. Allí viví mi infancia. Mis abuelos tenían la casa de la Parada, la hizo mi abuelo. Tenían 12 hijos, seis chicos y seis chicas. Mi abuelo fue ganadero toda la vida. Luego se fueron a ver si encontraban algo mejor. Primero a Biarritz desde los cuatro años hasta los nueve y luego nos fuimos a Baiona. Allá vivíamos bien, fui a la escuela y fui la primera gitana que se sacó el certificado de estudios primarios. Mi madre siempre nos educó para que fuéramos a la escuela. A mí me gustaba mucho la escuela, desde donde vivíamos la escuela estaba a tres o cuatro kilómetros ya veces nos tocaba ir andando. Los días que hacía muy mal tiempo, como era pequeña, mi madre prefería que no fuera pero yo aun así quería ir, no me importaba. Y eso es por lo único que me ha reñido.
- Y ¿continuaste estudiando?
Me saqué el graduado escolar a los 14 años y luego hice algún estudio de administrativo. En septiembre me fui durante un mes a coger manzanas para ganar algo de dinero. Éramos seis hermanos y solo trabajaba mi padre, entonces los tres hermanos mayores procurábamos ayudar aportando algo de dinero. Cogiendo manzanas conocí a mi marido y cuando nos casamos en el año 1972 volvimos a Sangüesa y tuvimos tres hijos.
- Entonces ¿te dedicaste a cuidar de tu familia?
Sí pero mira, un día uno de ellos estaba enfermo y vinieron Sor Juana y Sor Carmen a ponerle una inyección. Mi suegra tenía mucha amistad con las monjas pero ellas no me conocían. Sor Carmen le preguntó a mi suegra acerca de mí y cuando terminaron de ponerle la inyección a mi hijo me dijo: ¿te interesaría trabajar? Y yo respondí: claro que me interesaría. Y al día siguiente empecé a trabajar, primero eran cuatro horas y trabajé 12 años hasta que las monjas se fueron. Luego pasé al Ministerio de Educación y Ciencias y luego al Gobierno. En total trabajé 40 años, empecé muy joven.
- Mujer, gitana, emigrante retornada…
Aquí yo no he encontrado discriminación, también yo me he integrado muy bien, con lo que me han inculcado mis padres, la educación es lo más importante. (Antes les hablábamos de usted, como señal de respeto.)
Antes no solía trabajar nadie y sin embargo, yo he trabajado, mi hermana trabajó en una farmacia cuidando niños, mi hermano también trabajó. Yo también trabajé un año en Francia de dependienta. El francés lo mantengo y lo hablo mejor que el castellano [risas]. Cuando yo me puse a trabajar mis padres no me pusieron ninguna pega, le dije a mi padre que quería trabajar y le pareció bien. Para trabajar tenía que ir andando, porque no vivíamos en el centro de la ciudad, es como si aquí tuviera que ir desde Burlada a Pamplona. En aquellos tiempos no había tantos autobuses ni transporte. Además no era muy típico que las mujeres se sacaran el carnet de conducir. Mi marido fue de los primeros hombres que defendió que yo me sacara el permiso pero yo no quise.
- Lorena, ¿tu abuela os suele contar estas anécdotas a los nietos?
Sí, las hemos oído muchas veces. Siempre que sale algún tema relacionado nos cuenta sus historias.
- ¿Notas que ahora te toca vivir otras cosas diferentes?
Sí, a mí nunca me han discriminado por ser gitana. De hecho, a donde voy me dicen que no aparento serlo. Es más, se sorprenden cuando digo que soy gitana. Cuando vamos mi hermano y yo a cantar fuera, por ejemplo hace poco, que estuvimos en la Rioja, se extrañaron que fuéramos de Sangüesa, incluso nos preguntaron si teníamos familia en Andalucía. Yo respondí que no, que nos viene de sangre porque somos gitanos. Y ahí ya comprendieron. Les choca que seamos del norte, aunque en realidad no es tan raro, porque aquí se celebra uno de los festivales más importantes de este género, el Flamenco on fire.
- ¿Cómo empezaste a cantar?
Es desde siempre. Por ejemplo, con 11-12 años protagonicé un musical llamado “Ania” que dirigió mi padre, no se cómo fui capaz de aprenderme tanto texto, me gustó mucho esa experiencia. Hubo muchos ensayos, primero los actores, luego con la banda… Además, mi padre es una persona muy cuadriculada. A nosotros música no nos ha faltado en casa, tanto con la familia de aquí como con la de Francia. Tanto en casa, como en el coche… Hay una anécdota, mi padre nos llevó a mi hermano y a mí a un casting infantil y teníamos que cantar. Nos vistió bien, fuimos todo el viaje en coche cantando… Llegamos al casting y me preguntaron: ¿sabes cantar? Y yo: no. ¿Sabes bailar? No. ¿Sabes recitar un poema? Y yo seguía diciendo que no. Mi padre estaba de los nervios. Al final nos fuimos y la vuelta en coche la pasamos cantando. Cada vez que nos acordamos nos reímos mucho pero en el momento se enfadó. Así que llevo cantando desde siempre, me gusta mucho. He de decir que es un mundo muy difícil.
- ¿Cómo nació vuestro grupo?
Yo tocaba el cajón y la guitarra. Mi hermano jugaba a baloncesto y se rompió el ligamento cruzado, y como yo soy una persona que no puede estarse quieta y mi hermano tenía que estar sin moverse le enseñé a tocar un par de acordes en la guitarra y luego él por su cuenta siguió aprendiendo. Es autodidacta, es impresionante, acorde que escucha él lo toca, no necesita una partitura. Entonces, empezamos un día yo tocando el cajón y él con la guitarra y así surgió.
- Ha habido una gran evolución, habéis mejorado la técnica.
Sí, aunque es verdad que es a raíz de mucha práctica. Yo noto mucho en la voz cuando llevo un tiempo sin cantar y tengo que dar un concierto. El año pasado trabajamos mucho, en agosto dimos 25 conciertos y llevábamos sin parar desde mayo. Hemos tocado en Soria, la Rioja…
- ¿Se puede vivir de la música?
En verano se podría vivir, pero en invierno cae mucho. El último concierto que tuvimos fue a finales de noviembre, hemos estado descansando tres meses, porque este mes de marzo ya empezamos otra vez a tocar.
- ¿De momento, cómo pensáis seguir?
Seguiremos con el dúo, aunque también solemos colaborar con otros grupos. Tenemos un grupo llamado Bruno, Lorena y amigos con el percusionista de Estrella Morente y el pianista de Antonio Carmona, el del grupo Ketama. El conjunto está muy guay. También estoy con Arantxa Villanueva en Yerma y Coplas de Luna. Pero es verdad que es un mundo muy complicado, aunque yo ya me he acostumbrado a los viajes, igual tardas más en ir y volver a ciertos sitios que en dar el concierto. Si estás cansada, enfadada, triste… tienes que salir con una sonrisa y aquí no ha pasado nada, esa es de las cosas más difíciles que noto.
- Cantar o interpretar una canción no es sólo técncia.
Sí, al final si tú estás cantando y tienes a un público al que no le haces sentir, te sientes como que no lo estás haciendo bien. Para mí lo principal es transmitir, puedes desafinar un poco pero prefiero seguir transmitiendo. Y valoro sobre todo que al final de la actuación venga gente y te felicite, no porque me guste que me digan esas cosas, sino que me gusta saber si la gente ha disfrutado o no. Por ejemplo, en un pueblo al lado de Soria, casi lloro, una señora me dijo: que sepas que he salido por primera vez de casa después de un año porque se murió mi marido y te agradezco un montón lo que me has hecho sentir hoy. Fue en la época Covid e hicimos un formato llamado “Baladas con duende” y claro, la gente no se podía mover, tenían que estar sentados. Y esta señora se me acercó muy emocionada a felicitarme.
- A nivel profesional, de todo lo que has hecho,¿qué consideras que ha tenido más repercusión?
Lorena: Hemos inaugurado el festival de Flamenco on fire dos veces. La primera vez lo inauguramos en el Baluarte y la segunda en el hotel Tres Reyes.
Delia: También cantasteis en el hotel La Perla.
Lorena: Sí, también estuvimos cantando en el Bosquecillo. En Sanfermines estuvimos donde las barracas, igual había mil personas. Han sido los conciertos donde más público habremos tenido.
Delia: Muy orgullosa, la abuela en primera fila, siempre que se puede.
- ¿Entre vosotras qué tipo de relación tenéis?
Delia: Bueno, yo siempre digo que las madres están para educar y las abuelas para malcriar.
Lorena: Claramente.
- En casa eso de “mamá quiero ser artista”, ¿ella se lo veía venir no?
Lorena: Ha sido un proceso natural
Delia: Siempre hemos sido así.
Lorena: De momento tenemos esto pero quién no te dice a ti que en un futuro cada uno tengamos nuestro trabajo y esto lo mantengamos más como hobbie. Para crecer como artista tienes que hacer muchos bombazos y contactos pero luego mantenerte ahí es difícil. De momento estamos muy bien así. Los arreglos de las canciones los hacemos nosotros pero también hemos compuesto bastantes piezas.
- ¿Hemos escuchado alguna de esas canciones vuestras?
Lorena: No, de momento no.
Delia: Yo el otro día escuché una canción suya muy bonita, no sabía ni que era de ellos.
Lorena: Queremos presentar alguna canción nuestra, una de ellas está grabada ya y esperamos que salga este año.
Esperando que llegue el momento de conocer las composiciones de Bruno y Lorena los podremos escuchar en la concentración del día 8. Y el futuro está por escribir, igual que el que escribió su abuela que se empeñaba en ir a la escuela aunque lloviera y estuviera lejos y transmitió a sus hijos lo que a ella le enseñaron: la importancia de la educación y el trabajo bien hecho. Esa gitana, guapa a rabiar, que siendo de Sangüesa vino de Francia formó una familia, trabajó y supo conservar su identidad.
(Gracias Usua)