Soy Noemí Sola, una joven investigadora de 25 años. De Sangüesa de toda la vida, a donde vuelvo con ganas todos los fines de semana.
- Noemí, terminaste de estudiar Bioquímica y ahora estás realizando el Doctorado, ¿sobre qué versa
- Sí, después de hacer un máster y trabajar unos meses en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), comencé el Doctorado en Neurociencias en la Universidad de Navarra. Mi tesis se centra en la Enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia en la sociedad y que a día de hoy no tiene cura. Todos conocemos a alguien que ha padecido esta enfermedad o que tiene un pariente que la sufre, y sabemos lo difícil que es ver cómo un ser querido pierde toda su esencia, todo lo que era, y no poder hacer nada por evitarlo. En nuestro laboratorio intentamos entender cómo, una vez que se ha establecido la enfermedad, el propio cerebro es capaz de combatirla y defenderse.
- ¿Cómo fuiste encaminándote hasta aquí? ¿Ha sido tu vocación desde pequeña?
- La verdad es que siempre tuve curiosidad por lo que pasaba a mí alrededor y la razón por la que sucedían las cosas, qué hay detrás. Me gustaba verme resolviendo crímenes como en CSI y ya en el instituto tenía claro que “iría por Ciencias”. Después, decidí estudiar Bioquímica, junto con otras dos amigas del instituto. No me arrepiento de la decisión que tomé y, en realidad, fue la carrera la que me encaminó al mundo de la investigación. Y ¿por qué Neurociencia? Porque el cerebro me fascina. Me parece increíble cómo un conjunto de células insignificantes al ojo humano puede hacer que cada día te acuerdes de comprar el pan, no se te olvide conducir o que te permita aprender un idioma nuevo.
- ¿Cuáles son tus planes para el futuro? ¿Quieres seguir investigando?
- A día de hoy, esa es mi idea, pero en este país es complicado. En general, no hay muchas oportunidades de trabajo y las condiciones laborales no se corresponden con la inversión mental y física que una aporta. La mayor parte de los investigadores acaba optando por irse al extranjero y al final, todo ese conocimiento y recursos económicos que las instituciones y por ende la sociedad nos aporta en nuestra formación, se marcha y no vuelve. Es muy triste.
- ¿Encuentras las dificultades que son habitualmente denunciadas por los investigadores de este país
- Al igual que comentaba Eva Bandrés, la gran mayoría de científicos e investigadores son mujeres (por ejemplo, en mi laboratorio tres cuartas partes lo somos). En cambio, conforme se va ascendiendo, en los puestos más altos se sitúan hombres. El techo de cristal que se ve en la sociedad, también se refleja aquí. ¿Qué está pasando? ¿Por qué esto es así? La verdad es que no lo sé, pero confío en que poco a poco, con esfuerzo, trabajo, y pedagogía, al igual que nuestras predecesoras, iremos abriéndonos paso en este sentido. Por otro lado, otro tema recurrente son las becas. A no ser que el laboratorio en el que quieres realizar la tesis tenga dinero para pagar tu sueldo, algo que no ocurre a menudo, tienes que optar a una beca (de la propia universidad, nacional…). En concreto, en Ciencias de la Salud la competencia es brutal y tienes que optar a muchas para que, con suerte, te concedan una. Esto hace que gran cantidad de gente se quede sin beca, haciendo que futuros buenos investigadores descarten la idea de seguir este camino. Como ya he mencionado, esto está ligado a que en este país no se invierte en investigación, algo que ha quedado en evidencia este último año. Es cierto que no es barata, pero es esencial para que la sociedad avance. También es necesario hacer ver que no da sus frutos de inmediato, sino que son proyectos a largo plazo. Estamos acostumbrados a disponer de lo que queramos en el mínimo tiempo posible, y en este caso no funciona así, hay que tener paciencia.
- Además, has realizado los estudios de Grado Profesional de clarinete en el Conservatorio Pablo Sarasate. ¿Ha sido complicado compaginar ambos estudios?
- Sí y no. Fue complicado llegar a todo y llegar bien, ya que había semanas en las que no tenías tiempo ni para estudiar ni una cosa ni la otra. Sin embargo, el hecho de estar haciendo lo que te gusta, aunque ello conlleve a veces una gran carga de estrés, ayuda a sobrellevar los momentos difíciles. Además, gracias a que muchos estudiantes del conservatorio estábamos en las mismas condiciones, entre todos nos apoyábamos. Aunque tuvo sus idas y venidas, si me viese en la misma situación de compaginar ambos estudios, sin duda lo volvería a repetir. También me gustaría destacar que vamos muy bien preparados de la Escuela de Música de Sangüesa, lo que ayuda a continuar con los estudios y que “la cuesta” tenga menos pendiente. Muchos jóvenes de Sangüesa han seguido este camino o están en ello, así que ¡ánimo! Aunque no optase por realizar los estudios de grado superior, mi vinculación con la música continúa como intérprete en la Banda Municipal de Música de Sangüesa, donde comencé a los 13 años. Además, los valores que aprendí durante esta etapa (escucha, constancia, trabajo en equipo…), los sigo aplicando hoy en día.
La verdad, me considero muy afortunada de estar donde estoy, las oportunidades que me han dado y de poder hacer lo que me gusta. La investigación es bonita y es enriquecedor ver que todo el esfuerzo da sus resultados. Doy gracias a todos aquellos que me animan a seguir en este camino y a vosotros por esta oportunidad que me habéis ofrecido para poder expresarme.
¡Gracias a ti por compartir con nosotras tu trabajo y tu pasión por él! Eskerrik Asko!